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miércoles, 23 de julio de 2014

Carnage (2011)


Un pleito violento entre niños obliga a sus padres a una afable reunión para conciliar y resolver, como adultos, lo que sus hijos no pudieron hacer por su condición de infantes. Sin embargo, con el transcurrir del tiempo, disyuntivas y frustraciones, particulares y en común, derrumban cualquier buena intención y convierten su búsqueda de la razón en un enfrentamiento emanado de prejuicios sociales e impotencia, brutal, cínico, entre imprevisibles alianzas y descarnadas decepciones. 








viernes, 18 de noviembre de 2011

Benetton, el beso y el Papa




Me pregunto ¿Hasta donde termina la libertad de expresión y comienza el irrespeto hacia una figura social (en este caso, de credos)? El miércoles a eso de las 11am, un amigo publicó en un foro de facebook en el que participo, una de las piezas creativas de la campaña de la marca Benetton titulada "UNHATE" ("Sin odios"), con la que se pretende reflejar un concilio entre partes diametralmente opuestas, entre rivales irreconciliables, entre enemigos por convicción, entre figuras públicas sujetas a crítica, entre líderes de opinión quienes a cuestas llevan la responsabilidad de las mentes de millones. Esta pieza en particular tenía como protagonistas a Barack Obama, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, dándole un beso en la boca a su homólogo venezolano, Hugo Chávez. La reacción de los comentaristas fue el reflejo de las reacciones que se han podido ver en la red y en el mundo occidental, risas, mofas y tal vez una que otra forma de desagrado hacia un ósculo entre personas del mismo sexo. Sin embargo en el mismo foro, horas más tarde, se publicó otra pieza creativa con exactamente el mismo mensaje, dentro del mismo contexto, con el mismo lenguaje y parte también de la misma campaña publicitaria, pero con distintos protagonistas, la reacción fue otra. Realmente otra. Los protagonistas en este caso fueron el papa Benedicto XVI, dándole un beso en la boca al imán de la mezquita Al-Azhar de El Cairo, Ahmed Mohamed el-Tayeb...




lunes, 15 de noviembre de 2010

Tu mejor amigo, el aguantado

Un excelente retrato de la realidad de muchos "amigos" que guardan dentro pretenciones más allá de lo amical y que nunca (a menos que caiga un sunami) dejan de ser la oreja o el pañuelo que seque las lágrimas producidas por el real protagonista. "Yo también te quiero... pero como amigo"...

viernes, 30 de julio de 2010

Levántate Lázaro




Bajo sábanas, la imagen social, los prejuicios, y las distintas circunstancias interpersonales, pueden ser igual de comprometedoras y hasta frustrantes, tanto para un varón como para una mujer; pero entendiendo que para poder participar del ruedo, el macho debe, digamos, tener listo sus implementos que por naturaleza tiene, es indudable que la salud mental del macho en ese momento tiene impacto directo en el resultado. Los nervios, la tensión, los problemas, los miedos, los prejuicios, y el cansancio físico o mental son sólo algunas de las mortales barreras sociales que a toda edad uno, primerizo o experimentado, a bien debe sortear con maestría para una imagen decorosa, pero cuyas circunstancias no siempre avalan un final digno en que el buen nombre con orgullo y entereza como reflejo de una faena envidiable, no siempre...

martes, 19 de enero de 2010

¡contención!


Debo confesar -nostálgico y reflexivo- que la publicidad y las comunicaciones, actividades a las que me dedico, me ha proporcionado momentos gratificantes, anécdotas bochornosas pero agradables que recuerdo con una sonrisa en los labios, y situaciones que debido a mi muy inadecuado modus operandi, a mi timidez, o a condiciones muy particulares, no he sabido aprovechar.





No estoy seguro el motivo por el cual estuve mal en esos días. El estómago se me había rebelado y no podía contener aquellas exigencias fisiológicas que a todos los demás no les resta mayor tiempo a diario. Bastaba con ver el menú con el que por motivos de trabajo acostumbraba consumir mientras corría de un lado a otro: hamburguesas, tocino, papas fritas, pollo a la brasa; todos aquellos manjares empapados en grasas que no corresponden a una dieta, digamos, sana o balanceada. El pecado ya se había cometido y estaba pagando culpas. Para colmo de males, antes de ir al trabajo me di con la sorpresa de que no había pagado la renta con el dinero que ya había gastado, cuyo aviso me había sido notificado 15 días antes y que incluía los servicios básicos. No tenía tiempo de ir al banco y estaba sin luz. Felizmente para mis intereses en ese momento, sí tenía agua...

martes, 14 de julio de 2009

ósculo perdido


He oído innumerables veces "él (o ella) sí sabe besar". No sé, en mi limitada experiencia, si habrá alguna técnica de sibilino origen que haya emulado una corriente de diestros exponentes en dicho arte ¿Hay alguna escuela? Por lo pronto, no estoy enterado de alguna queja hacia mi persona, espero no haya. Creo, mas bien, que es una suerte de empatía, como también, innumerables veces he oído decir; una suerte de química entre una pareja que, atraídos por el físico y/o la personalidad, encuentran en el acercamiento de sus labios, aquellas sensaciones que provocan pecar con continuidad, más de una vez, en cada momento que estos se encuentren cerca.

Existen diversos y un conjunto de motores y motivaciones dentro de una misma pareja que provocan dicha empatía, pero hablando estrictamente del Beso, esto no ocurre con frecuencia ya que por cuestiones culturales y de educación, los estilos varían desde un inocente piquito hasta un atragantamiento sofocante en que en algún momento una de las lenguas pareciese desprenderse de la anatomía original para investigar e invadir, emulando a un Pizarro o Cortés, los interiores del cuerpo ajeno, como apoderándose de él, escurriéndose por cada rincón como buscando que conocer el estómago, con una resultante en que ambos quedan total y chiclosamente embabados.




miércoles, 13 de mayo de 2009

entre sombras y alcohol, un sacrificio!


Nos habíamos estado tomando unas cervezas camino a mi oficina, en Miraflores, después de haber huido de un local cerca a su casa, donde ella estaba celebrando su cumpleaños, esperando nadie notase su ausencia, guardando nuestras esperanzas en la cantidad de alcohol que habría ingerido la comarca. Era algo más de la una de la mañana y con un six pack en mano, nos dispusimos a subir al segundo piso para poner algo de música mientras conversábamos. Habría pasado menos de media hora echados en el piso alfombrado para cuando decidimos juntar nuestros labios nuevamente. Es pues que estos ya habrían probado la humedad del otro y estaban en busca de más, de común acuerdo, cuando a pesar de quedar aun latas intactas, decidimos ponerlas a un lado para dar permiso a una traviesa inspección dactilar que deguste las formas ocultas bajo las vestiduras que entre sombras formábamos en complicidad mutua.

Lo extraño del caso es que mientras las prendas iban lentamente despejando el área a auscultar, el licor que minutos antes no había hecho el efecto que normalmente causa por su abundancia (no habíamos estado en ese extremo), empezó poco a poco y apresuradamente a mermar la fuerza de voluntad de quien en ese momento dejaba de ser cómplice para convertirse en una especie de víctima inmaculada de un vil depredador ¡Yo!...

lunes, 23 de febrero de 2009

no pasó nada


Ya hacia tiempo un compañero de la oficina había puesto los ojos en la vecina con una no muy sutil galantería, tal y como le era habitual, y como también era habitual en tierras donde el sol inclemente se posa sobre uno exigiéndote rasgues tu piel bajo las hojas de un árbol clamando por alguna brisa que de alguna manera refresque la agonía constante, rebosaba en A, gracia y coquetería, sin que esto se confunda con corresponder las lisonjas de tan limitada prosa y limitado ingenio.


La noche se había adueñado de la ciudad y sólo quedábamos como señores del recinto, él, cuyas canas evidenciaban experiencia muy por encima de la mía y yo, terminando con los últimos detalles de nuestros deberes, cuando A y su amiga llegaron a la oficina buscando a una de las chicas que trabajaba con nosotros, que para su mala suerte, ya se había retirado. Raudo y veloz, y sin perder tiempo en las presentaciones, el galán hizo un amplio muestreo de las virtudes laborales ornamentándolas con dantescas lisuras para hacerse así, acreedor de la imagen de hombre de mundo, de gran ejemplar varonil, como acostumbraba, siempre frente a alguna joven damisela, sobretodo cuando no tenía encima la mirada fría y dura, que como fiscal sobre la joroba, su mujer, acostumbraba mermar sus ansiados escapes a la juventud...



jueves, 15 de enero de 2009

la casa gana


Había sido una noche corta -Demasiado-, y habíamos ya repartido las cartas, solo para tres. La urgencia de quienes sobraron en esta historia, de abandonar este recinto ajeno a mí, para ir a otros lares por compromisos asumidos, terminó dibujando en quienes nos quedábamos en la habitación; un cuadro de titeretera y dos marionetas voluntarias, secretas, con clara intención de someterse a un destino íntimo, sujetas a descifrar las oscuras formas en una suerte de aventura calcinante por descubrir, orbitando, el sabor de su ingle mezclado con sorbos de baileys, pero limitadas por la mordaza que la falta de valor, o alcohol, impone  --- ayy guararé, guararé, no me olvides, que yo no te olvidaré!! --- Días antes, por propias confesiones en el jeep blanco, atestigüe no ser el único en cola. Sí, había alguien más al acecho, como en caza, esperando el momento oportuno, la luz verde, pero en evidente ventaja puesto que el primer paso él ya lo había dado, un paso más que yo.


Estamos en la cama...


domingo, 4 de enero de 2009

la prima


Como lo había dicho anteriormente en otro artículo,
las estrategias tipo SIN que abundan dentro de la variada gama de herramientas de las que se valen las féminas para inducir un mayor deseo en el macho alfa escogido, no son precisamente motivadoras y menos aun entendibles. Son, en su máximo logro, un ocaso impuesto a, tal vez, un inicial interés por ella o un aletargado tránsito lleno de semáforos en rojo que convierten un camino directo e iluminado en kilómetros de oscuridad sin el brillo de una certeza que te guíe para poder llegar finalmente a una conclusión feliz para la caza sin las estresantes estrelladas que el mortal común, ante la natural incomprensión, comete.

-- Vamos a llegar tarde -- Decía V, ante mi tardanza.
-- Aun estamos a tiempo, además tus patas te van a esperar.
-- Eso espero, pero y ¿Cómo me regreso?
-- Nos regresamos juntos
-- ¡Ja! pero si por ahí te ligas con alguna flaca, me vas a dejar abandonada
-- No, para nada. Pase o no pase nada, igual me regreso contigo.
-- ¿En serio?
-- Sí, claro, fuimos juntos y nos regresamos juntos
-- ¡Conste!
-- Dalo por hecho

Noche corta con una botella de cerveza en mano. Algunas gotas de sudor recorren mis mejillas mezcladas con el humo del tabaco y el olor a alcohol. El ritmo que en forma de decibeles se filtra y te aturde tanto como la falta de confianza impide al trago apoderarse de tu ser para descubrir a ese mortal a veces más natural, a veces más odioso que, como una puesta del nórdico Loki se convierte en un arlequín desenfadado...

jueves, 18 de diciembre de 2008

romance en el messenger


Muchos argumentan que tras el físico, una verdadera relación se basa en los sentimientos, en la personalidad, en el interior. Por lo menos es que lo que se oye cuando al tratar el tema se conserva una postura "políticamente correcta". Yo no pienso ig
ual. Sorry. Yo creo, es la suma de una serie de características que hacen de una pareja un cóncavo y convexo -a lo Roberto Carlos-, que encierra la atracción física, el deseo sexual, la personalidad y los sentimientos, que con equilibrio, de alguna manera, forman un complemento mutuo y de necesidades complementarias.





Eran las 2 de la tarde y como ya me era habitual e
n esa época, me dirigí a las cabinas públicas de Internet para entrar en el messenger y conversar con quienes había hecho cierta amistad por ese medio. Las rutinarias formas de conversación siempre incluía una descripción somera sobre la anatomía de los involucrados, ante la ausencia de alguna cámara que revelara las virtudes y defectos de quienes en algún momento pretendiesen cruzar palabras directamente.


-- metro ochenta, ni gordo ni flaco, término medio, hago deporte, cabello lacio algo largo, acostumbro usar la barba tipo candado (barba alrededor de la boca, a lo Bolognesi), ojos pardos oscuros.

-- metro sesenta y cinco, estoy en el gimnasio, cabello lacio castaño y corto, ojos caramelo.

La carencia de una clara visualización de quien estaba al otro lado de la pantalla provocaba un generoso desarrollo de la imaginación en mi cerebro ¡Imposible evitarlo! -- "Estoy en el gimnasio" -- era la constante oración que como promesa de un deleite visual y dactilar me taladraba el cerebro entusiasmándome a un encuentro frontal, sin las lindes de una fría pantalla de la que sólo brotaban formas árabes, que como una ráfaga de viento sólo vislumbraba la sombra de la protagonista de un futuro encuentro. Sería grosero solicitar más detalles al respecto y además, ¿Quién sería lo suficientemente justo para dar una descripción veraz, sin parcializarse? Era suficiente para una grata idea, suficiente para completarla con mi fertil imaginación, suficiente para determinar cual pitoniso un celebrado final para nuestro encuentro...

miércoles, 17 de diciembre de 2008

sentimientos


Las cadenas, esos infinitos mails que llegan de mano en mano que sin relevancia alguna, por lo general se pierden en el olvido, invaden la red y son muy pocos los que quedan por algún motivo. Este es un cuento infantil, con cierta ternura y creatividad; me gustó a pesar de que para los que me conocen saben el poco romanticismo del que me caracterizo y hoy tropecé de nuevo con él, pero en video, cuyo autor parece ser un locutor mexicano de mucho éxito: Mariano Osorio
....

viernes, 5 de diciembre de 2008

igualdad cómoda


Aunque debo confesar, que por educación caigo en esas costumbres de aromas oxidados en las que como caballero gris, aun mantengo a las féminas, para su resguardo, a lado de la pared, cuando a pie, recorremos la ciudad. Aun mantengo también, la costumbre de levantarme de la mesa, en algún restaurante, cuando ella se va al tocador; que aun soy quien extiende la mano para ayudarla a bajar del taxi. Sin embargo, a pesar de la incongruencia de mis actos frente a lo que profeso, siempre he creído en una justicia social, no sólo en clases sino en géneros. De que a pesar de las evidentes diferencias anatómicas, las cuales agradezco a Papalindo, pienso que la diferencia frente a la sociedad de ambos sexos, se debe sólo y únicamente a la conformidad del sexo débil, a su cómoda postura de
sumisión, y a la condescendencia tutorial, casi paternalista del hombre. Una cultura machista heredada de una sociedad que determina qué papeles seguir a cada una de las partes en un engranaje donde el hombre es quien actúa y la mujer quien acepta, donde el hombre es el fuerte y la mujer la débil, donde el hombre es el capaz y la mujer incapaz, donde el hombre abarca los desafíos sociales y políticos cuando la mujer piensa en la cocina, en los hijos y en el maquillaje. Acaso ¿Nunca han oído que para los jóvenes, su permiso para salir de casa, depende de su sexo? ¿No es acaso cierto que un muchacho puede salir hasta más tarde ya que de él nadie va a hablar mal? ¿No han oído acaso cuando la madre ordena a la niña lavar los platos porque el niño es hombre? ¿No son acaso los hombres los que proponen y la mujer dispone? ¿No es el hombre quien corteja y la mujer la cortejada? ¿No es el hombre quien hace y la mujer quien mira? ¿No es el hombre quien cede el asiento a la mujer? ¿No han oído acaso que cuando un hombre arrasa cuanta mujer pueda es un ejemplo para el resto, un ídolo, un Dios, y cuando una mujer lo hace es una puta?...

sábado, 22 de noviembre de 2008

confianzas


Hace ya un tiempo, habíamos terminado el partido de fulbito, en plena calle de córdova, la 17, como siempre; habíamos ganado y cansados, antes de ir a casa por una ducha fresca, me quedé conversando con un pata quien me comentó algo ofuscado sobre la separación por la que recién estaba atravesando después de un muy corto matrimonio. Al parecer, nuevamente, una muy joven pareja de recién casados no habían terminado de conocerse lo suficiente para una decisión correcta para enfrentar un destino de la mano por un mismo camino.


Debo confesar, a pesar de lo delicado y serio del tema, haberme sorprendido con una inaguantable sonrisa que no pude evitar brotar, con el motivo del conflicto, el tuétano de la discrepancia, la llaga de la separación; era, como me confesó a regañadientes, un miserable gas!; tal vez su nunca bienvenido aroma, o su encrispado retumbar carente de fineza y garbo, o la continuidad y frecuencia de su variado muestrario lo que terminó por colmar la paciencia de su, hace unos días, mujer por siempre...

viernes, 7 de noviembre de 2008

cuernos


He tenido siempre la seguridad de que no todo es lo que parece y que no todo es blanco y negro. El facilismo en un juicio de un tercero que con su dedo virginal castiga cual verdugo a quienes reptan en la oscuridad por debajo de las miradas inquisidoras de comadres de golpe en pecho, en busca de lo que por delito propio, ajeno o e
n complicidad, no halla aun, cuando recuesta sus sentimientos en el vientre de su pareja acreditada. Es fácil en esos casos, la crucifixión de quien en un affaire, a veces constante, a veces de una sola vez, llega a casa con el sabor de otros labios, con el calor de otro cuerpo, con otra razón para sus pensamientos ¿Pero no es pues que en el fracaso de cualquier relación, ya sea amical, de negocios, o romántica o simplemente sexual, ambos llevan sobre sus hombros, la responsabilidad del arribo del contrato dual a buen puerto? ¿No es a veces que a pesar, de los elementos que mantienen dicho contrato verbal vigente, una de las partes no necesariamente halla las respuestas que busca, en quien lo acompaña?...

lunes, 3 de noviembre de 2008

histriónica


Tenía la costumbre de andar a pie, solo, en las noches, para cuando mis ojos se resistían a negarme la profundidad y la oscuridad de un sueño. Caminaba, sí, hasta que el cansancio se apodere de aquellos pensamientos e ideas que son siempre verdugos, y hacen interminables mis noches en vela. Caminaba ensimismado, sorteando quebradas aceras que arboladas ornamentaban todas aquellas imágenes que durante el día se veían mermadas por el estruendo de un tránsito cada día más caótico, cada día más irreverente. Caminaba, con cierto sentimiento de culpa tras haberla abandonado después de una guerra verbal que no dejó más que improperios y un affaire impregnados en la pared como ráfagas sin coagular de lo que nos quedaba dentro.


-- ¡Mierda! -- ¿Podría ser peor? Tal vez, en una suerte de desmenuce hermenéutico la sentencia habría sido no más que un disparo al aire con la consecuencia de un cadáver libre de culpas. La noche lejos de aliviar la duda me la cincelaba, al compás del ladrido del perro a media esquina, cuya mirada, como dedo inquisidor, me acusaba de injusto verdugo de todas las culpas, todas. De haberla dejado llorando a rabiar, agachada, vencida, de haberla acusado injustamente, de haberla abandonado.

lunes, 27 de octubre de 2008

el varón domado

"El MG amarillo limón se inclina y da bandazos. La mujer -joven- que lo conduce lo frena sin demasiada prudencia, baja de él y descubre que la llanta delantera izquierda está en el suelo. No pierde un instante en tomar medidas para la reparación de la rueda: inmediatamente lanza miradas a los coches que pasan, como si esperara a alguien. No tarda en detenerse una furgoneta, al percibir su conductor esa señal de desamparo femenino recogida por todos los 4 códigos («débil mujer abandonada por la técnica masculina»). El conductor nota al instante lo que hay que hacer. «Enseguida estará», dice consoladoramente, y, como prueba de su resolución, pide a la accidentada que le dé el gato. No le pregunta siquiera si ella misma sería capaz de cambiar la rueda: ya sabe que no lo es (la mujer tendrá unos treinta años, va vestida a la moda y bien maquillada). Ella no encuentra gato alguno en su MG, razón por la cual el de la camioneta va a por el suyo; de paso se trae más herramientas, por si acaso. Le bastan cinco minutos para solventar el asunto y colocar la rueda pinchada en el lugar previsto en el MG. Tiene las manos manchadas de grasa. La mujer le ofrece un pañuelito bordado que él rechaza cortésmente. Siempre tiene a mano en la caja de herramientas un trapo y gasolina, precisamente para casos así. Ella da las gracias exuberantemente y pide perdón por su torpeza «típicamente femenina». Si él no hubiera pasado por allí -declara- se habría tenido que quedar probablemente hasta la noche. Él no contesta, sino que, una vez que ella se ha sentado de nuevo ante el volante, le cierra con delicadeza la puerta y aún le aconseja por la ventanilla, que ella ha bajado, que cambie pronto el neumático pinchado. Ella contesta que lo hará aquel mismo día en la estación de servicio a la que suele ir. Y arranca. El hombre ordena las herramientas en la caja y se vuelve hacia la camioneta, lamentando no poder lavarse las manos. Tampoco lleva tan limpios los zapatos, pues para cambiar la rueda ha tenido que chapotear en una zona de barro; y su trabajo -es representante- requiere calzado limpio. Tendrá que darse prisa si quiere alcanzar al cliente que sigue en su lista. Pone el motor en marcha. «Estas mujeres» -va pensando «no se sabe nunca cuál es la más tonta”; y se pregunta en serio qué habría hecho aquélla si él no hubiera pasado por allí. Acelera imprudentemente -muy contra su costumbre- con objeto de recuperar el retraso que lleva. Al cabo de un rato empieza a tararear algo en voz baja. Se siente feliz de alguna manera...

martes, 21 de octubre de 2008

fuga


La rutina siempre llega a caer cual saco pesado encima de las endebles espaldas de una pareja que más allá de soportar cuanto inconveniente aqueje la salud de la relación, debe también, sobrellevar, de acuerdo al tiempo que anden por una senda con la mirada fija a un mismo rumbo, todas aquellas cosas que los años trajeron y que como un carrusel va dando vueltas a nuestro alrededor mirándolas una y otra vez sin que nada pueda romper la tan conformista, miserable y amordecedora costumbre...


viernes, 17 de octubre de 2008

triángulo: el profe y las alumnas


Conversando con una amiga que cursa aun la universidad, entre otros temas, comentamos acerca de esas telenovelezcas y abundantes contiendas en las que dos féminas se disputan el calor de un macho brío, perfumado y con verbo de cátedra que, de bondades docentes, lejos de ser sólo un guía cognoscitado quien dibuje la senda a seguir para la graduación de un profesional efectivo en su mercado, se ha convertido en la figura masculina q
ue como una luz  se impone sobre la oscuridad y desdibuja las frágiles mentes de dos damiselas, llenando por completo, sus miradas de ilusión y deseo. 


Cómo reprochar la mágica fijación de ensueño de quienes se hallan en una perspectiva, dícese por género y tiempo, en que la vida sólo adquiere sentido con el color del romance y la promesa de un final felíz. Ese ocaso en cuyo último capítulo bramen triunfantes, "Y serán felices para siempre". Cómo entonces reprochar también a la viril figura sometida a la honrosa disputa, pañuelo y sable en mano, quien galopa aun indeciso de a cual hacerle llegar el enceguecedor premio de su mirada, correspondiendo el halagador cumplido de una batalla verbal y pública en su lienzo docente, el salón de clases.

jueves, 9 de octubre de 2008

un rincón de mis recuerdos


Eran las nueve de la noche y permanecía sentado en el muro de la casa de la esquina, en el pasaje de Conococha cuando choca con Belisario Flores, aún iluminado con los faroles de la esquina, las luces de algún auto que recordase esa calle y de la panadería de los chinos, La Flor de Lince. Sentado, intentando acumular valor y si pudiese, algo de soberbia. Mis 'patas' se habían ido a merendar, estábamos de vacaciones y de seguro saldrían más tarde... ¡Pero yo no! inmutable permanecía sentado en el frío cemento que en ese momento pareciese haberse convertido en mi refugio, en mi albergue, en mi lugar seguro. Por fin, atiné a desprenderme del concreto, dando un par de pasos adelante y uno atrás; el miedo siempre, como un virus, me envenenaba dejando síntomas de ansiedad y sudor. Podría abandonar esta vía crucis y estar en el calor de mi casa viendo algún programa de televisión con alguna sonrisa cincelada en mis labios descartando cualquier indicio masoquista, tanto como otras veces, pero no, llegaba a la esquina con el firme propósito de cruzar esa pista que cada vez se hacía más grande y que más de una vez me había visto dar media vuelta y regresar vencido a mi habitación para refugiarme a oscuras, escapando a ojos cerrados al síncopa de Yes o Journey. No tenía prisa, creo esperaba se hiciese más tarde para no tener que confesarme una renuncia reciclada, intentando convencerme de que hice lo posible. Por fin, llegué a la esquina y me quedé observando, llevaba ese vestido con un suave color verde que tanto me gustaba, uno de aquellos con los que acostumbraba pasar por Belisario justo cuando yo estaba sentado en mi refugio, aquel muro color cemento en el que me sentía tan seguro a lado de mis camaradas, en donde, con valor de plástico, acostumbraba piropearla junto a su amiga, para observar luego una coqueta sonrisa de complicidad en su delicado rostro.



-- ¡Hola! -- 


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