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miércoles, 30 de noviembre de 2011

¿De Inga o de Mandinga?



"Las razas no existen, ni biológicamente ni científicamente. Los hombres por su origen común, pertenecen al mismo repertorio genético. Las variaciones que podemos constatar no son el resultado de genes diferentes. Si de razas se tratara, sólo habría una: la humana"

José Marín González
Doctor en Antropología de la Universidad La Sorbonne de París







El término raza se ha empleado históricamente para determinar las coincidencias y diferencias entre determinados grupos de seres humanos, por motivo de sus características físicas. Sin embargo, a partir de 1950 y 1960 el término ha ido cayendo en desuso con el advenimiento de la genética humana y de las nuevas corrientes antropológicas que cuestionan su empleo por motivos técnicos. Pese a que la intolerancia y las taras sociales en su modalidad étnica han manipulado estudios históricos y han usado conclusiones seudocientíficas para el enfrentamiento o discriminación de determinados grupos humanos diferentes al suyo para justificar desde pequeñas animadversiones hasta los peores genocidios, definitivamente es evidente que la naturaleza ha tenido desarrollos particulares que se diferencian en todo ámbito gracias a su capacidad de adaptarse y que sirve para su sobrevivencia. Cuanto mayor sea la diferencia de su realidad inmediata, su geografía, origen e historia, así también serán sus diferencias físicas y culturales por cuanto por mucho tiempo han recorrido caminos distintos entre sí, unos más que otros...



¿Raza?


Homo Habilis
Restos arqueológicos, los estudios del ADN mitocondrial, el registro paleoantropológico e inferencias históricas basadas en las diferencias genéticas actuales en los humanos serían los fundamentos para determinar que el origen del hombre, del Homo Sapiens, se habría dado en África, probablemente entre hace 140.000 y 200.000 años, dando lugar y sostén a la Hipótesis de la Migración de África, la teoría de mayor aceptación hoy en día. Cabe señalar que las líneas evolutivas de los seres humanos y de los chimpancés se separaron hace entre 5 y 7 millones de años. A partir de esta separación la estirpe humana siguió ramificándose originando nuevas especies, todas extintas actualmente a excepción del Homo sapiens.




Homo Erectus



La población del hombre en el mundo se calcula dio inicio hace 90,000 años, primero a Australia y Nueva Guinea, luego a Europa, luego a Oceanía, América y la Antártida. Durante este periodo, el Homo Sapiens perdió poco a poco la capa más gruesa de piel para permitir la refrigeración corporal por evaporación a través del sudor, dejando la piel desnuda expuesta directamente al sol. La radiación ultravioleta B produce la vitamina D en la piel humana, pero puede destruir el ácido fólico, fundamental para el rápido crecimiento de las células, especialmente durante el embarazo. La pigmentación de la piel oscura protege a las personas de la destrucción del folato, forma aniónica del ácido fólico, en las zonas tropicales, lo que permite una reproducción normal. Sin embargo, aquellos que tomaron rumbo a las zonas subtropicales o hacia el norte, Canadá, Rusia, Escandinavia, Europa occidental y Mongolia, no pudieron producir suficiente vitamina D para mantener esa pigmentación y prosperaron las personas de piel más clara.

A América el hombre llegó hace unos 36,000 años aproximadamente procedentes probablemente de Siberia, en el extremo noreste de Asia y otro grupo provenientes de Australia, dadas algunas diferencias genéticas entre los paleoindios sudamericanos y norteamericanos, los primeros de rasgos más australoides, y los últimos con rasgos más mongoloides.



“La división de la especie humana en ‘razas’ es en parte convencional y en parte arbitraria, y no implica ninguna jerarquía en absoluto (...) El conocimiento biológico actual no nos permite imputar los logros culturales a las diferencias en el potencial genético, sino que solo deberían atribuirse a la historia cultural de los diferentes pueblos. Los pueblos del mundo actual parecen poseer igual potencial biológico para alcanzar cualquier nivel de civilización.”

UNESCO





¿De Inga y de Mandinga?

España estuvo bajo el yugo de los moros aproximadamente 800 años. Durante ese lapso se intercambiaron sus características, su cultura, sus facciones étnicas. La unión de las cortes de Aragón y Castilla con el matrimonio de Fernando II de Aragón, el Católico, llamándose Fernando V al convertirse en rey, con Isabel I de Castilla, la Católica, en octubre de 1469 en Valladolid, con el apoyo de la Iglesia, aquella que le extendiese una bula papal en manos de Rodrigo Borgia, logró la expansión de su dominio para con el resto de reinos de la Iberia para convertirse en uno solo, se introdujo la Inquisición y la uniformidad religiosa, se expulsó a los judíos no conversos y se promulgó la conversión forzosa de los moriscos granadinos. La toma de Granada acababa de darse. España, aun no parida del todo, llega así a América.



“La escasez de mujeres españolas en los primeros tiempos hizo indispensable para los varones europeos la presencia de las mujeres andinas”

María Rostoworoski
Historiadora e investigadora



Los riesgos de la aventura y el misterio en América dificultaban el enrolamiento de tripulantes y así mismo significó un revolucionario y violento cambio en el sistema de vida de ambos mundos. Por los mismos riesgos, los primeros españoles en América fueron hombres y muy pocas mujeres. Juana Hernández, amante de Hernando de Soto, con quien no tuvo descendencia es, según los documentos de la época, la primera mujer española en el Perú, quien se quedase residiendo en la primera ciudad fundada por los españoles aquí, la Villa de San Miguel, en Tangarará, Piura. Posteriormente llegarían, como esclavas de los señores, españolas moriscas y doña Inés Muñoz, esposa de Martín de Alcántara, medio hermano del conquistador Francisco Pizarro, quien se proclamara como la primera española casada en el Perú, allá por el año 1533 y que da cuenta, en su diario, de los pormenores de sus deberes: Ella era la encargada del entorno doméstico de los Pizarro.


"El Inca Atahualpa, entregó en matrimonio a mi cuñado Francisco (Pizarro) a su hermana Quispe Sisa, es muy joven, no debe tener más de 16 o 18 años, es hermosa y alegre. Francisco está muy complacido. La hemos bautizado con el nombre cristiano de Inés Huaylas Yupanqui. Creo que en honor mío, ahora somos dos las Inés"

Inés Muñoz
Diario
1533 - 1593



Inés Huaylas Yupanqui o Quispe Sisa
Princesa inca, hermana de Huascar y Atahualpa
Dada como esposa a Francisco Pizarro como parte del rescate por Atahualpa
por exigencia del conquistador



Según Diego de Trujillo, para 1537 habían en Lima 380 españoles y tan sólo 14 mujeres españolas, entre blancas y moriscas, mientras que James Lockhart, asegura que entre 1532 y 1549 vinieron al Perú unas 300 mujeres moriscas en calidad de esclavas. Para cuando al Perú desembarcaron mayor cantidad de mujeres y familias españolas blancas, provenientes en su mayoría de los reinos de Castilla y León, ya que La Corona restringía el ingreso a las colonias a todo el viejo mundo incluso a españoles, favoreciendo sólo a los que provenían de las tierras mencionadas, ya existía una sociedad y una burguesía propia de la mezcla, con la que tuvo que compartir, a la par, y mezclarse también, por los beneficios y las posiciones sociales ya reinantes. Justamente, en un intento por evitar ese ya creciente mestizaje, en las misivas remitidas desde Indias al Rey de España, mediante Reales Cédulas, estudiadas y publicadas por el historiador Enrique Otte, se ordenó se diese preferencia en la concesión de beneficios a los casados con españolas. Cabe señalar que según los estudios de Lockhart, la presencia de las mujeres moras en el Perú decrece conforme van llegando las mujeres españolas. Las moras vuelven a España antes de concluir el siglo XVI y lo hacen en condiciones superadas y ya no regresarían a América.




"A mitad de la centuria (1750) el mestizo había logrado, pese a las trabas, un modo de vida propio y una actitud sólida frente a una sociedad cuyos rasgos fundamentales eran el acrecentamiento del prejuicio racial y el reforzamiento de la jerarquización social fundada en la pureza de sangre, con el consiguiente rechazo de los grupos inferiores"

Luis Navarro García
extracto del libro "El sistema de castas. Historia general de España y América: los primeros Borbones"




De blanco e indígena: mestizo
Lienzo sobre castas remitidos por el virrey Manuel Amat al rey Carlos III en 1770
(La representación etnográfica en el Perú colonial - Museo de Arte de Lima)




Dados los bruscos cambios que produjo el choque entre los nuevos mundos y sobre todo por las epidemias que España trajo a América (viruela, peste, fiebre tifoidea, sarampión, entre otras), nuevas para los nativos que no tenían defensas para dichas enfermedades, y por la inadaptación para los trabajos en las plantaciones de caña de azúcar y en las minas, se produjo una alarmante disminución del número de indígenas. Ante esta problemática, la Corona española, pese a que justificaban esclavizar a la población indígena porque consideraban que los indios eran capturados en lo que ellos llamaban "Guerra justa", promulgó varias cédulas reales para protegerlos de la esclavitud por considerarlos vasallos y sustituirlos en los trabajos forzados por esclavos africanos, más resistentes, aclimatados y con defensas a las enfermedades del viejo mundo. Los primeros esclavos negros llegaron al Perú en 1502 junto a Francisco Pizarro. Así mismo, para su comercio en tierras indias, los esclavos negros eran traídos enmarrocados y apiñados en las bodegas de unos buques especiales llamados "Ataúdes" o "Tumbeiros", nombre adjudicado debido a que sólo la mitad de los africanos llegaban vivos. La mayoría de los sobrevivientes sirvieron en las costas.



Introduction to World History
Theodore de Bry (S. XVI)
pintor holandés
(Tras su visita a La Española)



En el sur de Lima, el africano puro y sus descendientes fueron catequizados, a lo largo de los años, por los dominicos y jesuitas. Para 1555 una ordenanza de Carlos V daba potestad a la Audiencia de Lima de castigar el cruce de negros e indios, intentando evitar una rebelión producto de la unión de ambas etnias. Si los negros tenían una manceba o esposa indígena, se le castigaba con la pena de castración si era esclavo y si era libre sufría el destierro. A las negras que fornicasen con indígenas se le cortaba las orejas. El cruce de ambas comunidades fue inicialmente con blancos y moriscos españoles.

Para la expansión de España, como cultura, como lengua, como cristianismo en el Perú, los conquistadores tuvieron alianzas con indígenas, como Manco Inca Yupanqui y su ejército, así como la complicidad de religiosos tales como los Jesuitas, entre blancos, moriscos e indios convertidos, quienes usaron el Quechua para hacer más fácil la expansión de la conversión al cristianismo a tribus de la selva que manejaban distintas lenguas como los Záparos, Quijos, Omaguas, Sonus, Vacacocha, Aushiris, Semingayes, Jíbaros, Yameos, Nuquencaibo o Capanahuas, Matsé o Mayorunas, entre otros, incluso en zonas inaccesibles por aquellos tiempos. Cabe mencionar que varias de estas etnias ya tenían alguna de las derivaciones del Quechua antes de la llegada del cristianismo, por algún contacto con el imperio, comercial, intercultural o bélico. Algunos como los Charcas y los Pocras, por ejemplo, en el siglo XV huyeron del Inca Huiracocha después de estar sometidas al Imperio y poner resistencia en diversas rebeliones, hacia la selva norte, estableciéndose en Moyobamba y Lamas.

En el Perú, dada su historia, dado su promiscuo y fértil mestizaje, dado que, para cuando emigró al Perú la mayor parte de familias españolas "blancas" ya se habría instaurado una sociedad multirracial en Lima que se extendería a lo largo de todo el territorio desde la conquista, son totalmente lícitas las palabras de la célebre frase que en algún momento se le atribuyese al gran don Ricardo Palma y que castellaniza lúdicamente al Inca como Inga y menciona a los Mandinga, etnia originaria de África occidental. Nada más cierto que decir, que en el Perú por más blanco que uno sea, si no tiene ambas raíces directamente foráneas o pertenece a alguna comunidad doctrinaria e históricamente hermética, de hecho en su sangre queda como tejida a la medida, la vetusta y al mismo tiempo tan actual frase,...


"El que no tiene de Inga, tiene de Mandinga".







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2 Miradas :

Hombre Cotidiano .....[Responde este comentario] dijo...

Bueno, yo personalmente tengo de "inga" (que por cierto es una de las formas de escribir "inca" en el castellano colonial) y algo menos de español. Soy el primero por rama paterna de tener esa mezcla en mi familia, porque mi padre, mis abuelos y así hacia atrás en el tiempo, son todos de apellidos quechuas y un apellido aymara por ahí; son indígenas andinos, aunque mi papá ya nació en zona urbana y recibió su educación en español y bajo modelos occidentales.

Me siento orgulloso de ambas raíces aunque para nadie es un secreto que me identifico bastante más con la vertiente andina, pero tampoco se trata de negar la otra, que me viene por línea materna :)

Creo que también hay argumentos sólidos, igualmente por parte de biólogos, antropólogos, etc, a favor de la existencia de las razas, no pretendiendo que una es superior a la otra sino como un simple hecho biológico de transmisión de caracteres por la vía de la herencia. Yo creo en eso, no me siento más ni menos que nadie, pero sí reconozco que cada grupo humano tiene sus peculiaridades y eso hace a la humanidad más rica de lo que la haría la homogeneidad que muchos quieren.

Saludos :D

marco .....[Responde este comentario] dijo...

Sólo una pequeña aclaración, el sector científico que cuestiona el término "raza", no niega las diferencias y coincidencias como un hecho biológico, es decir, diferencias hay pero no justifican una diferenciación racial. Lo que cuestiona es que tecnicamente el término es inadecuado. Otras corrientes también cuestionan el término "etnia". No niegan la herencia genética, sólo que coinciden en que el término en uso no es el correcto. Salvando la aclaración no puedo estar más de acuerdo con tus palabras.

Gracias por comentar.

Un abrazo

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